jueves, noviembre 02, 2006

Suciedad contemporanea

Algo horrible me sucedió hoy. Resulta que me tome el subte (línea C, para más datos) a las 18:30, para ir a la facultad. Como es natural, estaba lleno a tal punto que tuve que hacer fuerza para poder entrar en el vagón. El calor era sofocante. Afortunadamente solo hice dos estaciones y me baje en Constitución.
Cuando estaba subiendo las escaleras hacia la tan ansiada superficie, escuche un ruido que venia de atrás y una voz que decía "perdóneme". Giro mi cabeza y veo a un hombre de unos 50 años, de contextura gruesa, que iba cayéndose lentamente contra un pibe, y como si no pudiera mantenerse en pie continuaba con su "perdóneme". El pibe, que debía entender menos que yo, lo miraba y seguía caminando, o al menos intentaba hacerlo. El hombre grande se aferraba con sus manos al suelo, pero, como si estuviera borracho o perdiendo la conciencia de a poco, seguía cayendo, lentamente, casi arrastrándose por la escalera. El espectáculo (si es que a eso puede llamársele espectáculo) era dantesco.
Pero lo peor de todo no termina allí. La gente (tampoco era demasiada) que también estaba subiendo las escaleras, pasaba mirándolo, pero sin detener la marcha. Un par, entre los que me encontraba yo, nos frenamos en seco, viendo la situación, pero sin atinar a movernos.
No se exactamente que me sucedía, yo quería ir a ayudarlo, pero algo me lo impedía, rápidamente buscaba en mi cabeza esa traba y solo me encontraba con excusas como mi llegada tarde a la facultad. El asunto es que me quede ahí, parado, sin hacer nada salvo observar, mientras el pobre hombre, probablemente bajo de presión debido al calor, se derretía por las escaleras.
Finalmente la gente estacionada volvió a subir, y yo las seguí, como queriendo escapar de esa triste realidad que acababa de vivir. En la superficie, mientras caminaba las cuadras que me separaban de la facultad, me sentí sucio, asquerosamente sucio. Todo manchado de indiferencia y egoísmo.
No pude evitar pensar lo mal que estamos como sociedad, pero como siempre, llegue a la facultad, me encontré de nuevo con MI realidad habitual y todo se esfumo en el aire.

No obstante, me quedo un sabor amargo en la boca que probablemente tarde en irse.

1 comentario:

fef dijo...

si..pasan esas cosas...pero como no me gusta despues sentirme culpable por saber que podría haber hecho algo , generalmente ayudo... siempre y cuando esté en mis posibilidades. Viste que parece ser que uno no hace cosas por los demas sin tener alguna intencion propia... por ejemplo, creo yo, ayudar a alguien puede ser no solo el solo hecho de ayudar sino el hecho de encontrar la propia satisfaccion por medio de una accion. Y no está mal sentirse satisfecho por eso... pero nos demuestra justamente eso... que todo lo que hacemos es para conseguir algo para nosotros. Que triste.

beso

fef